“DIÁLOGOS “ZAGAR”.
“La verdad, tan solo por ser verdad, no siempre es bella”
La materialización del “pensamiento
libre “a través de la palabra escrita.
(Un comentario y un poema)
POR: ENRIQUE ZAMORA GARCÍA.
Tapachula, Soc., Chis., México. Febrero
4 de 2013. No. (6)
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“CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN O INVASIÓN EN PUERTA”
DIÁLOGO DEL TIO CHICO Y SU SOBRINO JUAN.
JUAN:
Buenos días Tío Chico.
CHICO:
Mejores los tengas sobrino. ¿Qué se te ofrece?
JUAN:
Se acaba de celebrar el primer centenario de la Revolución mexicana y quiero
que me diga cuales fueron las causas que la motivaron, pues yo en ése entonces,
andaba en la cola del venado.
CHICO:
Pues bien hijo, en 1910 el pueblo (jodido) estaba cansado del sistema de
gobierno de Don Porfirio, por ser dictatorial con la clase humilde, pues con
los ricos y los extranjeros se portaba de forma diferente,
dándoles
toda clase de facilidades para conseguir concesiones mineras, petroleras,
ferrocarrileras, y otras más, desde luego que salvaguardaba los intereses de la
nación, pues era un buen patriota que había defendido a México durante su
carrera militar, y durante su gobierno hubo paz y honradez en sus funcionarios.
(Casi igualito como en la actualidad).
En ese
entonces había patriotismo en nuestros gobernantes. Los gobernantes de hoy no
conocen ese sentimiento y parece que no han leído la historia y la penetración
gringa es infinitamente superior en todos los rubros de nuestro patrimonio
nacional, pues ellos fueron parte activa en la derrocación de Don Porfirio y el
asesinato de Don Francisco I. Madero.
JUAN:
Eso está carbón, pero cuénteme como fue el asesinato de Madero.
CHICO:
Para que sepas, que no son inventos míos, voy a copiar un artículo que leí hace
tiempo en libro del Sr. Daniel Moreno, que pinta en vivo y a todo color como se
las gastan nuestros vecinos, cuando se trata joder a México. El artículo lleva
por titulo:
EL
CRIMEN DE LA EMBAJADA.
Todos
los representantes diplomáticos de los EE. UU. en México a partir de Poinsett
habían intervenido en los asuntos internos del país, unos en forma sostenible,
otros de manera mas o menos disimulada. Es indudable que hechos de esa
naturaleza se han registrado en todos las países de escaso desarrollo económico
y político. Pero seguramente no hay en los anales de la diplomacia un hecho
parecido a lo que ocurrió en nuestro país en 1913.
México,
había soportado embajadores yanquis impertinentes (casi todos), altaneros,
ignorantes, negreros acostumbrados a usar o descargar el látigo sobre las
espaldas morenas. El Departamento de Estado escogía como sus representantes en
México a hombres adecuados al género de la misión que debían desempeñar y para
lo cual no se requerían precisamente cualidades versallescas. El tipo de
representantes diplomáticos fue
cambiando
con la orientación de las nuevas corrientes y tendencias políticas y económicas
de Norteamérica después de la guerra de secesión. Estos diplomáticos fueron
siempre agentes bien escogidos del clan económico preponderante en la Casa
Blanca y uno de esos clanes, el más fuerte, agresivo y menos escrupuloso es el que
se agrupa a los intereses petroleros.
Mr.
Trist, el hombre del 47, representó los intereses de los señores feudales del
Sur que consideraban la esclavitud preferible a todo el oro del mundo; Lane
Wilson encarnó la ambición de los que pretendían esclavizar al mundo a través
del control de la materia prima esencial el petróleo.
Con la
actuación de Henry Lane Wilson en México en 1913 –actuación sin paralelo en la
historia moderna de las misiones diplomáticas--, se inicia esa diplomacia
petrolera que nuestro país padeció hasta 1938, en que el pueblo mexicano
expulsó de su suelo a los trust imperialistas de Rockefeller y Deterding. La
Estándar Oíl impulsó el movimiento maderista para arrojar del poder a Don
Porfirio Díaz, quien en otras actitudes heterodoxas, mostraba una franca
preferencia hacia el inglés Weetman Pearson al que entregó concesiones
petroleras; no por simpatía platónica, ciertamente, sino porque participaba en
los negocios de Pearson.
Al
asumir el poder, don Francis I. Madero liquidó sus compromisos con la Standard
Oíl, derivados de la ayuda para el movimiento revolucionario, y empezó a
legislar libremente en materia de petróleo. Hasta entonces las empresas
petroleras no habían pagado impuestos al Estado; Madero impuso el de 20
centavos por tonelada, equivalente a 3 por barril. Los magnates se consideraron
traicionados, Henry Lane Wilson entró en acción. Pero esta vez la diplomacia no
se limitó a intervenir indirectamente en los asuntos mexicanos. Lane Wilson se
convirtió en director de la maniobra contra el presidente constitucional de
México. Lane Wilson fue el jefe de la conspiración que culminó con la tragedia
de 1913, fue el causante y actor intelectual del asesinato de los señores
Madero y
Pino
Suarez; y todo ello fue planeado y acordado en los propios salones de la
Embajada norteamericana en México.
Y ésta
no es una afirmación inspirada en ese “salvaje resentimiento” mexicano de que
hablaba Lane Wilson, ni fruto de una yancofobia crónica. Es el resultado de una
investigación realizada en México por un norteamericano; y no por un
norteamericano cualquiera, sino nada menos que por Mr. William Bayard Hale,
representante personal del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica,
MR. Woodrow Wilson, Además, el informe de Hale no es uno de esos documentos
exhumados de los archivos por escritores antiimperialistas con fines de
propaganda política. Fue localizado por otro norteamericano, John P. Harrison,
y dado a conocer por primera vez en una revista especializada (84) que se
publica en México. (Posiblemente para dorarnos la píldora).
Don
Francisco I. Madero hombre rico pero bien intencionado, carecía de la mas
rudimentaria educación política. Entre los errores que cometió seguramente el
más grave consistió en disolver el ejército de la Revolución y entregar la
custodia de las nuevas instituciones a las corrompidas fuerzas armadas del
porfiriato. Los enemigos de la Revolución no fueron desplazados sino que les
dejo trabajar libremente contra el régimen. Al cabo de un año el gobierno de
don Pancho Madero estaba minado hasta sus cimientos. Se colectaron fondos para
organizar la contrarrevolución. De Londres llegó un cheque por mil libras
esterlinas a nombre de Félix Díaz. Con los dineros recaudados se compró a
muchos funcionarios, generales y oficiales del viejo ejército, y la noche del 8
de febrero de 1913 los cadetes de la Escuela Militar de Tlalpan se trasladaron
a México.
Por la
mañana del día siguiente se presentaron frente a la Penitenciaría a libertar a
Félix Díaz procesado por el delito de rebelión. Tras una plática cordial con el
jefe del penal Díaz fue libertado; luego, todos se dirigieron a Santiago
Tlaltelolco para poner en libertad al general Bernardo Reyes quien vestía ya su
uniforme militar. La maquinaria de la traición estaba perfectamente engrasada.
Todo
había sido preparado de antemano; era una rebelión prefabricada, Reyes y Díaz
sabían que su marcha hacia palacio seria un paseo cívico, pero al llegar al
Zócalo fueron recibidos por una descarga de fusilería, Reyes quedo muerto en el
acto. Algo inesperado había ocurrido a última hora, la guardia del palacio
había sido cambiada sorpresivamente. Los sublevados con Félix Díaz como jefe,
se concentraron en la Ciudadela.
El
Presidente Madero, informado de lo que ocurría, se dirigió de Chapultepec, la
residencia presidencial, al Palacio Nacional. En el camino se le incorporó el
general Victoriano Huerta quien se puso a sus órdenes. Huerta fue nombrado jefe
de las fuerzas militares de la ciudad. No fue sino hasta el martes siguiente
que se inició el bombardeo de la Ciudadela. –el motín comenzó el sábado en la
noche—pero ningún intento se hizo para desalojar de allí a los rebeldes. El
Embajador Henry Lane Wilson, acompañado de los de España y Alemania, visitó al
Presidente Madero para “protestar por la continuación de las hostilidades”.
El
embajador, --comenta William Bayard Hale—sostenía ahora la disparatada idea de
que el presidente, al no rendirse instantáneamente a los amotinados, era el
responsable del derramamiento de sangre.
Después
de la entrevista con Madero…el señor Wilson acompañado por el Sr. Stronge
(ministro de Inglaterra en México) se dirigió a La Ciudadela. Solicitó una
entrevista con Félix Díaz y pidió que el fuego se limitara a una zona
determinada.
“Así
pues, el embajador había llegado a tal extremo que reprendía al gobierno
legitimo como si fuera un rebelde y trataba a los amotinados como si fuera el
gobierno de hecho y derecho..El embajador le dijo al Sr. Lascurain, primer
ministro de Madero y su secretario de Relaciones Exteriores, que Madero debía
renunciar. Las palabras de Wilson fueron éstas: “La opinión pública, así
mexicana como extranjera, hace responsable de estas condiciones al gobierno
Federal”.
El día
14 se presentó en la Embajada un enviado del general Huerta solicitando hablar
con el embajador. Este lo recibió enseguida. “Traigo un recado del general—dijo
el mensajero--, Creo que sería posible hacer que él y Díaz llegaran a un
entendimiento si el embajador cree que esta es una buena idea. Quiero verlo y
presentarle el plan que traigo”. Al día siguiente el embajador Wilson citó en
su residencia a los representantes de España, Inglaterra, y Alemania. A nadie
más del cuerpo diplomático. Allí se encomendó al embajador de España la misión
de presentarse a palacio para dar a conocer al Presidente Madero la “opinión
unánime” del cuerpo diplomático, de que debería renunciar a su puesto. (Cuatro
monigotes manejados por Wilson).
El
señor Madero contestó que a los diplomáticos acreditados ante una nación no se
les reconocía el derecho a inmiscuirse en los asuntos internos y le recordó al
impertinente que estaba hablando con un presidente constitucional. Por la tarde
de ese mismo día Wilson, acompañado del embajador de Alemania, se presentó
nuevamente en palacio para entrevistar a Huerta. Por error fueron conducidos
ante el presidente Madero; se llamó al militar y entre todos convinieron un
armisticio. Wilson se abrogó la representación del rebelde, “Al regresar a la
Embajada --dice Hale—el embajador envió al agregado militar a la Ciudadela para
obtener, como obtuvo en efecto, el consentimiento de Días para el armisticio
que se efectuaría el domingo.
CHICO:
Mira sobrino, como esto es un poco largo, lo vamos a dejar para mañana y
mientras tanto, ¿Qué Opinas?.
JUAN:
Me imagino que actualmente tienen los mismos instintos, solo que han mejorado
los métodos, y eso está carbón.
¿ P O R Q U É ¿
El río canta, su canción eterna,
el ave trina sin ningún temor, el hombre lucha con tenaz porfía, y
el mundo rueda, rueda, noche y día.
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Adónde va la humanidad, qué fin persigue,
porqué ese afán de destruirlo todo,
porqué matar para seguir viviendo,
si has de vivir chapaleando tu sangre.
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Porque ese afán, de controlarlo todo,
porque tirar la piedra y esconder la mano,
en el cielo hay un Dios que está mirando,
y Damocles aún blande su espada.
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Porqué si hay solo un Dios,
tú propagas las seudorreligiones,
divide y vencerás, es tu divisa,
y el matar sigue siendo tu doctrina.
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Porque sembrar el odio entre naciones,
en el nombre de Dios ¿Dios de la Guerra?
Dios es amor y por lo mismo ¡Justo!
castigará al que provoca guerras,
derramando dolor, sobre la tierra.
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RESPETUOSAMENTE:
Enrique Zamora García. “Zagar”.
Correo:
zagar_481@hotmail.com
Blog:
comentariosagranelzagar.blogspot.com
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