04 mayo 2013

CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN.



“DIÁLOGOS  “ZAGAR”.
La verdad, tan solo por ser verdad, no siempre es bella”
La materialización del  “pensamiento libre “a través de la palabra escrita.
(Un comentario y un poema)
POR: ENRIQUE ZAMORA GARCÍA.
Tapachula, Soc., Chis., México.  Febrero 4 de 2013.  No. (6)



 A los habitantes de mi querido Tapachula, y en especial a los “Huacaleros” de corazón y nacimiento, les comunico por éste medio, que estaré haciendo de su conocimiento mis comentarios sobre diversos temas que nos atañen a todos de acuerdo con mi cristal, como dijo el poeta español Ramón de Campoamor, “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”, Hecha la debida aclaración, comenzamos con:
“CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN O INVASIÓN EN PUERTA”
DIÁLOGO DEL TIO CHICO Y SU SOBRINO JUAN.
JUAN: Buenos días Tío Chico.
CHICO: Mejores los tengas sobrino. ¿Qué se te ofrece?
JUAN: Se acaba de celebrar el primer centenario de la Revolución mexicana y quiero que me diga cuales fueron las causas que la motivaron, pues yo en ése entonces, andaba en la cola del venado.
CHICO: Pues bien hijo, en 1910 el pueblo (jodido) estaba cansado del sistema de gobierno de Don Porfirio, por ser dictatorial con la clase humilde, pues con los ricos y los extranjeros se portaba de forma diferente,
dándoles toda clase de facilidades para conseguir concesiones mineras, petroleras, ferrocarrileras, y otras más, desde luego que salvaguardaba los intereses de la nación, pues era un buen patriota que había defendido a México durante su carrera militar, y durante su gobierno hubo paz y honradez en sus funcionarios. (Casi igualito como en la actualidad).
En ese entonces había patriotismo en nuestros gobernantes. Los gobernantes de hoy no conocen ese sentimiento y parece que no han leído la historia y la penetración gringa es infinitamente superior en todos los rubros de nuestro patrimonio nacional, pues ellos fueron parte activa en la derrocación de Don Porfirio y el asesinato de Don Francisco I. Madero.
JUAN: Eso está carbón, pero cuénteme como fue el asesinato de Madero.
CHICO: Para que sepas, que no son inventos míos, voy a copiar un artículo que leí hace tiempo en libro del Sr. Daniel Moreno, que pinta en vivo y a todo color como se las gastan nuestros vecinos, cuando se trata joder a México. El artículo lleva por titulo:
EL CRIMEN DE LA EMBAJADA.
Todos los representantes diplomáticos de los EE. UU. en México a partir de Poinsett habían intervenido en los asuntos internos del país, unos en forma sostenible, otros de manera mas o menos disimulada. Es indudable que hechos de esa naturaleza se han registrado en todos las países de escaso desarrollo económico y político. Pero seguramente no hay en los anales de la diplomacia un hecho parecido a lo que ocurrió en nuestro país en 1913.
México, había soportado embajadores yanquis impertinentes (casi todos), altaneros, ignorantes, negreros acostumbrados a usar o descargar el látigo sobre las espaldas morenas. El Departamento de Estado escogía como sus representantes en México a hombres adecuados al género de la misión que debían desempeñar y para lo cual no se requerían precisamente cualidades versallescas. El tipo de representantes diplomáticos fue
cambiando con la orientación de las nuevas corrientes y tendencias políticas y económicas de Norteamérica después de la guerra de secesión. Estos diplomáticos fueron siempre agentes bien escogidos del clan económico preponderante en la Casa Blanca y uno de esos clanes, el más fuerte, agresivo y menos escrupuloso es el que se agrupa a los intereses petroleros.
Mr. Trist, el hombre del 47, representó los intereses de los señores feudales del Sur que consideraban la esclavitud preferible a todo el oro del mundo; Lane Wilson encarnó la ambición de los que pretendían esclavizar al mundo a través del control de la materia prima esencial el petróleo.
Con la actuación de Henry Lane Wilson en México en 1913 –actuación sin paralelo en la historia moderna de las misiones diplomáticas--, se inicia esa diplomacia petrolera que nuestro país padeció hasta 1938, en que el pueblo mexicano expulsó de su suelo a los trust imperialistas de Rockefeller y Deterding. La Estándar Oíl impulsó el movimiento maderista para arrojar del poder a Don Porfirio Díaz, quien en otras actitudes heterodoxas, mostraba una franca preferencia hacia el inglés Weetman Pearson al que entregó concesiones petroleras; no por simpatía platónica, ciertamente, sino porque participaba en los negocios de Pearson.
Al asumir el poder, don Francis I. Madero liquidó sus compromisos con la Standard Oíl, derivados de la ayuda para el movimiento revolucionario, y empezó a legislar libremente en materia de petróleo. Hasta entonces las empresas petroleras no habían pagado impuestos al Estado; Madero impuso el de 20 centavos por tonelada, equivalente a 3 por barril. Los magnates se consideraron traicionados, Henry Lane Wilson entró en acción. Pero esta vez la diplomacia no se limitó a intervenir indirectamente en los asuntos mexicanos. Lane Wilson se convirtió en director de la maniobra contra el presidente constitucional de México. Lane Wilson fue el jefe de la conspiración que culminó con la tragedia de 1913, fue el causante y actor intelectual del asesinato de los señores Madero y
Pino Suarez; y todo ello fue planeado y acordado en los propios salones de la Embajada norteamericana en México.
Y ésta no es una afirmación inspirada en ese “salvaje resentimiento” mexicano de que hablaba Lane Wilson, ni fruto de una yancofobia crónica. Es el resultado de una investigación realizada en México por un norteamericano; y no por un norteamericano cualquiera, sino nada menos que por Mr. William Bayard Hale, representante personal del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, MR. Woodrow Wilson, Además, el informe de Hale no es uno de esos documentos exhumados de los archivos por escritores antiimperialistas con fines de propaganda política. Fue localizado por otro norteamericano, John P. Harrison, y dado a conocer por primera vez en una revista especializada (84) que se publica en México. (Posiblemente para dorarnos la píldora).
Don Francisco I. Madero hombre rico pero bien intencionado, carecía de la mas rudimentaria educación política. Entre los errores que cometió seguramente el más grave consistió en disolver el ejército de la Revolución y entregar la custodia de las nuevas instituciones a las corrompidas fuerzas armadas del porfiriato. Los enemigos de la Revolución no fueron desplazados sino que les dejo trabajar libremente contra el régimen. Al cabo de un año el gobierno de don Pancho Madero estaba minado hasta sus cimientos. Se colectaron fondos para organizar la contrarrevolución. De Londres llegó un cheque por mil libras esterlinas a nombre de Félix Díaz. Con los dineros recaudados se compró a muchos funcionarios, generales y oficiales del viejo ejército, y la noche del 8 de febrero de 1913 los cadetes de la Escuela Militar de Tlalpan se trasladaron a México.
Por la mañana del día siguiente se presentaron frente a la Penitenciaría a libertar a Félix Díaz procesado por el delito de rebelión. Tras una plática cordial con el jefe del penal Díaz fue libertado; luego, todos se dirigieron a Santiago Tlaltelolco para poner en libertad al general Bernardo Reyes quien vestía ya su uniforme militar. La maquinaria de la traición estaba perfectamente engrasada.
Todo había sido preparado de antemano; era una rebelión prefabricada, Reyes y Díaz sabían que su marcha hacia palacio seria un paseo cívico, pero al llegar al Zócalo fueron recibidos por una descarga de fusilería, Reyes quedo muerto en el acto. Algo inesperado había ocurrido a última hora, la guardia del palacio había sido cambiada sorpresivamente. Los sublevados con Félix Díaz como jefe, se concentraron en la Ciudadela.
El Presidente Madero, informado de lo que ocurría, se dirigió de Chapultepec, la residencia presidencial, al Palacio Nacional. En el camino se le incorporó el general Victoriano Huerta quien se puso a sus órdenes. Huerta fue nombrado jefe de las fuerzas militares de la ciudad. No fue sino hasta el martes siguiente que se inició el bombardeo de la Ciudadela. –el motín comenzó el sábado en la noche—pero ningún intento se hizo para desalojar de allí a los rebeldes. El Embajador Henry Lane Wilson, acompañado de los de España y Alemania, visitó al Presidente Madero para “protestar por la continuación de las hostilidades”.
El embajador, --comenta William Bayard Hale—sostenía ahora la disparatada idea de que el presidente, al no rendirse instantáneamente a los amotinados, era el responsable del derramamiento de sangre.
Después de la entrevista con Madero…el señor Wilson acompañado por el Sr. Stronge (ministro de Inglaterra en México) se dirigió a La Ciudadela. Solicitó una entrevista con Félix Díaz y pidió que el fuego se limitara a una zona determinada.
“Así pues, el embajador había llegado a tal extremo que reprendía al gobierno legitimo como si fuera un rebelde y trataba a los amotinados como si fuera el gobierno de hecho y derecho..El embajador le dijo al Sr. Lascurain, primer ministro de Madero y su secretario de Relaciones Exteriores, que Madero debía renunciar. Las palabras de Wilson fueron éstas: “La opinión pública, así mexicana como extranjera, hace responsable de estas condiciones al gobierno Federal”.
El día 14 se presentó en la Embajada un enviado del general Huerta solicitando hablar con el embajador. Este lo recibió enseguida. “Traigo un recado del general—dijo el mensajero--, Creo que sería posible hacer que él y Díaz llegaran a un entendimiento si el embajador cree que esta es una buena idea. Quiero verlo y presentarle el plan que traigo”. Al día siguiente el embajador Wilson citó en su residencia a los representantes de España, Inglaterra, y Alemania. A nadie más del cuerpo diplomático. Allí se encomendó al embajador de España la misión de presentarse a palacio para dar a conocer al Presidente Madero la “opinión unánime” del cuerpo diplomático, de que debería renunciar a su puesto. (Cuatro monigotes manejados por Wilson).
El señor Madero contestó que a los diplomáticos acreditados ante una nación no se les reconocía el derecho a inmiscuirse en los asuntos internos y le recordó al impertinente que estaba hablando con un presidente constitucional. Por la tarde de ese mismo día Wilson, acompañado del embajador de Alemania, se presentó nuevamente en palacio para entrevistar a Huerta. Por error fueron conducidos ante el presidente Madero; se llamó al militar y entre todos convinieron un armisticio. Wilson se abrogó la representación del rebelde, “Al regresar a la Embajada --dice Hale—el embajador envió al agregado militar a la Ciudadela para obtener, como obtuvo en efecto, el consentimiento de Días para el armisticio que se efectuaría el domingo.
CHICO: Mira sobrino, como esto es un poco largo, lo vamos a dejar para mañana y mientras tanto, ¿Qué Opinas?.
JUAN: Me imagino que actualmente tienen los mismos instintos, solo que han mejorado los métodos, y eso está carbón.
¿ P O R Q U É ¿
El río canta, su canción eterna,
el ave trina sin ningún temor, el hombre lucha con tenaz porfía, y el mundo rueda, rueda, noche y día.
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Adónde va la humanidad, qué fin persigue,
porqué ese afán de destruirlo todo,
porqué matar para seguir viviendo,
si has de vivir chapaleando tu sangre.
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Porque ese afán, de controlarlo todo,
porque tirar la piedra y esconder la mano,
en el cielo hay un Dios que está mirando,
y Damocles aún blande su espada.
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Porqué si hay solo un Dios,
tú propagas las seudorreligiones,
divide y vencerás, es tu divisa,
y el matar sigue siendo tu doctrina.
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Porque sembrar el odio entre naciones,
en el nombre de Dios ¿Dios de la Guerra?
Dios es amor y por lo mismo ¡Justo!
castigará al que provoca guerras,
derramando dolor, sobre la tierra.
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RESPETUOSAMENTE: Enrique Zamora García. “Zagar”.
Correo: zagar_481@hotmail.com
Blog: comentariosagranelzagar.blogspot.com


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