31 octubre 2012

LA CAIDA DEL CABALLO.

Cerca de Tapachula, por el rumbo de lo que hoy es la colonia “Viva México”, había un rancho bananero propiedad del Sr. Raymundo Koppel, que despues fue mi padrino de casamiento, pues su esposa doña Matilde Victorio Flores es tía de mi esposa y ellos apadrinaron nuestra boda. El rancho se llamaba “San Raymundo” y el lugar “Piedritas”. En cierta ocasión mi amigo y condiscípulo de la Escuela Leona Vicario, Manuel Rivera Selvas. (Q.E.P.D.) sobrino de la tía Matilde me invitó a ir al rancho el cual quedaba a orillas del ferrocarril Panamericano. Nos pusimos de acuerdo, elegimos día y hora y llegado el momento, nos fuimos a la estación del ferrocarril, abordamos el tren y nos fuimos para el rancho. En el inter, al ir en el tren, ya nos querían bajar por ir haciendo relajo, pues se me ocurrió ofrecerles cigarros a mi amigo Manuel y le digo: “Cigarrios Victor usté” lo cual oyó un empleado de Migración, y nos dijo: ¿Con que “Guatemaltecos” nó?, nos agarra y que nos quiere bajar del tren y nos pusimos a forcejear con él, al fin se dio cuenta que era puro relajo y nos dejo seguir en el tren, no sin antes echarnos un buen sermón. En el rancho también había un poco de ganado y por ende caballos, decidimos agarrar un par de dos (como dijera el Presidente Vicente Fox) para irnos a bañar al río Coatán, que pasaba por la orilla del platanar, así lo hicimos y hay vamos al galope montados en pelo, de repente el caballo en que iba yó zigzagueó y frenó un poco su carrera, salí volando por los aires y caí hacia delante con tan mala suerte, que el caballo me piso en la boca del estomago sacándome todo el aire, yó me revolcaba entre las zarzas, espinas y el polvo, pues sentía que me moría al faltarme el aire, poco a poco el aire fue entrando a mis pulmones y volví a la normalidad, afortunadamente el caballo no tenía herrajes y el pisotón fue muy rápido, que si no, me hubiera abierto el estómago, mi amigo Manuel corría y no sabía que hacer, gritaba y no hubo quien nos auxiliara, éste detallito no se me olvidó nunca, pero, recuerdo también, que tan pronto me repuse, me volví a subir al caballo y hay vamos a bañarnos al río, afortunadamente éste accidente no tuvo consecuencias y aquí estoy meneando la col

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