“FINCA ARGOVIA”
“Argovia” es una finca cafetalera muy grande, siendo hasta la fecha propiedad de la familia alemana Giesemann. Cuando estuve viviendo allá, aún no se pensaba en hacer la carretera de Tapachula a Nueva Alemania, y casi todos los caminos que existían para comunicarse entre sí, los habían hecho los dueños de las fincas ensanchando los caminos de herradura para que pudieran subir los camiones, y ellos, los dueños de las fincas, los conservaban también.
Para ir a las fincas de ése rumbo, Argovia, Mexiquito, San Nicolás, etc., se tomaba el Centroamericano en Tapachula y se bajaba uno en Huehuetán y de allí, se iba en los camiones del Sr. Miguel García, que eran camiones de carga adaptados para llevar pasaje, se pasaban varias fincas pequeñas, entre ellas Santa Rita y después se llegaba a Argovia. El ferrocarril salía de Tapachula hacia Veracrúz puntualmente a las 8.00 de la mañana.
Ese fue mi primer viaje largo en tren, pues tenía la impresión de que Huehuetán, quedaba muy lejos, hasta el fín del mundo. Mi mamá, se levantó ése día muy temprano y acomodó la ropa de vestir en unos morrales grandes y por no tener un velíz, la ropa de cama la dobló y con un petate hizo una maleta grande liada con lazos y nos fuimos para la estación del ferrocarril, subimos y nos acomodamos, el tren pitó y arrancó con su clásico, traca, traca, y en más o menos una hora, que a mí me pareció mucho tiempo nos bajamos en la Estación de Huehuetán y nos dimos a la tarea de buscar la casa de Don Miguel García para irnos a la finca Argovia en su camión; de repente dice mi mamá, y la maleta, se nos había olvidado y se la llevó el tren, se perdió la maleta con toda la ropa de cama
No recuerdo bien en donde pasamos esa noche, creo que fue en casa de Don Miguel García, lo que sí recuerdo es que había mucho zancudo y que se dieron un festín con nosotros, pues los pabellones se habían ido en la maleta que olvidamos en el tren. La salida del camión rumbo a las fincas cafetaleras era de madrugada a fín de ganar tiempo, pues como era temporada de lluvias y cuando llovía que era casi todos los días, se formaban muchos atascaderos en el camino y era muy difícil llegar a la finca Santa Rita y por ende a la finca “Argovia” que era nuestro destino.
Mi hermana Dolores, que así se llamaba mi hermana mayor, yá tenía algún tiempo de estar en la finca, pues me parece que estaba haciendo su servicio social, (ya que era maestra rural) en la escuela de la mencionada finca “Argovia”, la cual estaba a cargo del Prof. Ramón Adán Sánchez, que era al mismo tiempo inspector de la 12ª. Zona Escolar.
De “Argovia” recuerdo un hecho, que no abona para nada mi buena conducta, pero que lo contaré como una simple anécdota: En cierta ocasión en el mes de Septiembre, con motivo de la celebración de las Fiestas Patrias que se llevarían a cabo en la Escuela de la finca, se adorno la Escuela con banderas tricolores y serpentinas, se colocaron en el salón único de la Escuela, los retratos de Don Miguel Hidalgo y Costilla, Don José María Morelos y Pavón, de Don Ignacio Allende Uraga, Doña Josefa Ortiz de Domínguez y Doña Leona Vicario. Después de la ceremonia oficial y de las declamaciones de varios niños alusivas al acto, dio principio al baile de rigor con acompañamiento de una marimba, muchos chamacos fueron a bailar y me decían éntrale no seas menso, pero yó no me decidía pues no sabia bailar, al fin después de tanta insistencia de chicos y mayores me animé y fui a pedirle la pieza a una chamaca mas o menos de mi tamaño, pero no quiso bailar y eso bastó para que me encanijara y que le doy un sopapo y rompe a llorar, en el inter fueron a llamar a mi hermana y me atizó mis buenos cinturonazos, y, me preguntaba ¿Porqué le pegaste a la niña? Y yó le contestaba ¡Porque no quiso bailar! Desde entonces se me quitaron las ganas de bailar y aprendí a bailar cuando tenía más o menos dieciocho años. No olvidé nunca este suceso de la Finca Argovia.
El único paseo que recuerdo además de bañarnos en el río Cuilco, era el día de plaza los domingos en la finca “Las Maravillas” también propiedad de alemanes, es decir, su dueño era Don Juan C. Luttmann Edelmann, que al pasar el tiempo fue mi Jefe en la Compañía. Beneficiario y Distribuidora de Café California, S. de R. L. (De esto hablaré mas tarde).
Como digo anteriormente el día de plaza en la finca Las Maravillas, era el Domingo y para ir se tenía que pasar el río “Cuilco” por un puente colgante ó como se dice de “hamaca” que tenia de largo mas o menos sesenta metros y que estaba afianzado en las rocas de ambas márgenes por dos cables de acero gruesos, de los que pendía la cama, que se componía de varios tramos de tres tablas de mas o menos quince centímetros de ancho por dos metros de largo. Se movía mucho y en ocasiones cayeron personas al río, pues habían como siempre, algunos malosos que se balanceaban y brincaban para mover más el puente y pasaban estos percances.
03 diciembre 2011
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