14 noviembre 2011

“H U A C A L E R O “

“H U A C A L E R O “

Sería tonto decir que recuerdo el día que nací, pues nadie que yo sepa, recuerda el día de su nacimiento, como tampoco puede adivinar el día de su muerte.
Trataré pues de poner en éste papel (pequeño libro) cosas que recuerdo desde niño, y que hoy, que tengo ochenta y dos años de edad, vienen a mi memoria como si hubiesen pasado ayer, aclaro que no puedo precisar fechas para hacer una cronología, por lo tanto, las relataré como vayan brotando de mi mente.
Nací en Tapachula, hoy de Córdova y Ordóñez, bella ciudad costera del Estado de Chiapas, en el mero Soconusco la mejor región del Estado, el día cuatro de Marzo de Mil Novecientos Veintiocho, pero, por motivos que ignoro me registraron en el Juzgado Civil, como nacido el Quince de Marzo del mismo año, como verán tengo dos nacimientos; un físico y otro legal, esto lo sé porque me lo contó mi madre.
Soy “Huacalero” pues así se les llama a las personas oriundas de éste bello rincón de México, a la fecha “El Jícaro” que és el nombre del árbol que produce el “Huacal” se ha escaseado mucho y es raro verlo con sus frutos.
Mis primeros años de vida los pasé entre Tapachula y la finca cafetalera “Guadalupe”, posteriormente, cuando mi hermana Dolores que era la mayor y se recibió de Maestra Rural Escuela Art. 123.- mi madre y yó con ella, vivimos en varias fincas cafetaleras, entre ellas: Argovia, Génova, Mexiquito, Eureka, San Agustín Gitotol, San Francisco Chiquirichapa y desde luego en Tapachula.

Cuando nací dijo la partera, nació un niño vivo y no sabía que de vivo no tenia nada, y que por poco y me quedo de burro, pues aprendí a leer hasta los ocho años y meses. Debió haber dicho la partera, nació un niño menos pentonto, que los demás de ésa época.
Pero volvamos a la época en que viví entre Tapachula y la finca cafetalera “Guadalupe”, no recuerdo exactamente cuantos años tenía cuando mi madre empezó a llevarme a la finca, pero si recuerdo que fueron varios años, debió ser cuando tenía entre 2 y 6 años, yá que recuerdo muchos detalles y anécdotas de ése tiempo.
La finca cafetalera “Guadalupe” se encuentra mas o menos a 20 kilómetros de distancia de Tapachula y era propiedad de Don Carlos Elorza Córdova y Doña María García, quienes me reconocían como sobrino y sus hijos como primo, no se donde venía el parentesco, lo que sí sé, es que; si no me hacía bien, tampoco me hizo mal y hasta la fecha nos seguimos tratando igual con Carlos, Alberto “El Aguacate”(Q.E.P.D.)Arturo “El Ruso” por cierto que Carlos que era el mayor, se convirtió con el tiempo en mi padrino de “Casamiento”.
Para ir a la finca “Guadalupe” habían tres medios de transporte; a pié, a caballo, o en camión de redilas, la mayoría de las veces fuimos en camión, yá que como era la -época de la cosecha del café, constantemente subían los camiones llevando comestibles y bajando llenos de café de las fincas del rumbo con destino a Tapachula, también se bajaba el café a lomo de mula, pues los camiones siempre se atascaban en tiempo de lluvias por el lodo, barro colorado de los caminos, sufrían averías y entonces entraban al quite los “patachos” de mulas que cargaban dos costales de 70 Kg. c/u. casi siempre en pergamino.
Recuerdo que los camiones para esas fincas en ese entonces eran: los de los señores Manuel Sumuano, Manuel Milla, Enoch Solís y José Rodríguez, “Rodriguitos” como le llamaban las gentes cariñosamente, era una persona muy atenta y amable, de hablar calmado y muy sonriente, nosotros casi siempre subíamos ó bajábamos con el, yá que era el encargado de bajar las cosechas de café de las fincas “Badenia”, “El Jardín”, “Guadalupe” y otras del rumbo como “Irapuato” y además “Rodriguitos” tenía una tienda de abarrotes en la finca “Badenia” por lo que sus viajes eran mas frecuentes.

En Tapachula, la casa de la familia Elorza García, dueños de la finca “Guadalupe” ocupaba un cuarto de manzana y se ubicaba en la esquina de lo que hoy son la 4ª- Avenida Norte y 7ª. Calle Poniente, teniendo entrada y salida por ambas calles, allí viví varios años siendo muy chico (entre 2 ó 6 años), allí conocí por primera vez el palo de marañón, y recuerdo una anécdota de Don Carlos, pues así se llamaba el tío. Nos prohibían comer el marañón a mis primos Beto Elorza, Herberto de la Rosa, Rafael García y a mí, porque el jugo de la fruta nos manchaba la ropa y no había manera de quitar las manchas. En cierta ocasión que habíamos comido marañón y que ya nos habíamos lavado la boca y las manos, apareció el tío Carlos y nos dijo, ustedes comieron marañón y nosotros le dijimos que no, nos llamó y tocándonos con los nudillos de los dedos la cabeza se los llevó a la nariz y nos dijo, aquí está la prueba. Nos quedamos sorprendidos de la forma en que nos había descubierto. Años mas tarde supimos la razón, pues cuando se habla despues de haber comido marañón se siente el olor de la fruta por ser muy fuerte y no era por los golpecitos en la cabeza que nos había descubierto. (Experiencia de los viejos).

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