07 diciembre 2011

FINCA “GENOVA”.

FINCA “GENOVA”.

De la finca “Argovia”, fuimos a vivir a la finca “Génova” pues cambiaron a mi hermana Dolores para que atendiera la Escuela de dicha finca. Esta finca muy bonita por cierto y de buen clima frío, es propiedad de alemanes, concretamente de Don Juan C. Luttmann, o sus descendientes y se encuentra ubicada al norte de la finca “Maravillas”, de mi estancia en ella recuerdo dos anécdotas:
Como no había plaza en la finca Génova, todos los domingos me mandaban a Maravillas con mi lista, el dinero y el morral para hacer las compras de la semana. La ida era muy bonita, pues era de bajada y por veredas entre los cafetales de mañana y sin carga, hacía más o menos una hora, pero al regreso hacía más del doble.
En cierta ocasión en que me había dilatado más de la cuenta sufrí un pequeño percance. Se sabía y comentaba entre las gentes mayores y los chamacos ignorantes como yó, que en el recibidero de café que se encontraba en el camino entre las Finca Maravillas y Génova, se aparecía un negro, que agarraba a los niños y los metía en
el Sifón y luego tocaba la campana, y, que eso sucedía entre las 5 y 6 de la tarde. Imagínense mi susto, cuando al pasar por el recibidero oigo sonar la campana, eso fue suficiente para empezar a correr por los cafetales hacia arriba, con rumbo a la finca “Génova”, hubo un momento, que de cansado me senté y perdí el conocimiento, creo que me desmayé pues había hecho mucho esfuerzo, no sé cuanto tiempo pase allí, pues cuando llegué a la finca “Génova” yá estaban encendidas las luces. Tiempo despues supe que esa campana servía para llamar a la gente que estaba trabajando en los cafetales a fín de que no se retrasaran con la entrega del café tapiscado, pero habían ocasiones cuando hacía mucho aire antes de llover, que la movía el aire y la campana tocaba sola, ésa fue la razón por lo que toco la campana en ésa ocasión pero el susto nadie me lo quitó
Como periódicamente llegaban los empleados de Sanidad a revisar a los trabajadores para saber si tenían bolas de la Oncocercosis para quitárselas y a desparasitarlos, me tocó en cierta ocasión ver cuando llegaron los de sanidad y fui a ver que era lo que hacían. Les revisaban la cabeza para ver si no tenían “bolas”, si encontraban se las sacaban, luego les daban un purgante para los “parásitos” y un vaso grande de té de hojas de naranja y listo. Al verme muy atento me dijeron, chamaco ven para acá, a ti también te vamos a revisar para ver si no tienes bolas, te daremos tu purguita y tu vaso de Té de naranja que está muy rico. Me tomé la purga, no sé si por saber como era el Té ó por travesura, lo cierto es que al rato, parecía yó caballo de carreras al baño, después supe que lo que me habían dado era aceite de “Licopodio”, sabía a rayos, excuso decirles que ya no se me ocurrió volver andar de mitotero.

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