“ FINCA GUADALUPE”
En la finca cafetalera “Guadalupe” volví a encontrarme con el “marañón”, solo que en ésta ocasión era de color rojo, y en la casa de Tapachula era de color amarillo, allí empecé a conocer muchos árboles frutales que dan sombra al café y también hiervas comestible, de los árboles recuerdo los siguientes:
Palo del Pan, Naranja, Mandarina, Marañón, Caspirol, Chalún, Cuajinicuil, Paterna, Guapinol, Guash, Caimito, Cocos, Naranja Agria; de las hierbas, La Hierbamora, Chipilín, Macuz, Hierbabuena, Té de limón, y de las plantas, El Café que es cultivo principal de la finca, en sus variedades “Bourbon” y “Marago”, así como los guineos en su variedades de “Seda”, “Piña”, “Manzanita” y “Morado”, así como el plátano macho. El Chalún, es el árbol por excelencia, que se siembra en las fincas cafeteras, pues les da la sombra necesaria y sus flores y hojas son el mejor abono natural que se ha utilizado en las fincas desde que se inició el cultivo del café. Actualmente se está volviendo a ésta forma de cultivo del café, pero hoy lo llaman “Café Orgánico”.
Allí también, tuve mi primer contacto con las culebras ó víboras, para mi todas eran culebras, conocí la víbora de cascabel, El Coral, Mazacuata o ratonera, etc., cuando eres chamaco le tienes miedo a todos los animales del campo, pues habían “Cuatetes” y “lagartijas” ó “salamandras” que aparecen cuando menos lo piensas y te espantan.
Como mi madre era la encargada de la cocina de solteros, tenía yó contacto todos los días con los trabajadores y algunos con el interés de que les diera más comida ó pozol mi madre, me llevaban a “Tapiscar” es decir a cortar el café, que cuando está maduro en la mata, se le llama “Uva” ó “Cereza”, en cierta ocasión me llevó “Vicente” un trabajador bastante fuerte que era uno de los mejores tapiscadotes, casi siempre cortaba una caja y cuarto ó más y traía además el café que yó había cortado y hasta cargaba conmigo.
La entrega o recibo del café se hacía en los sifones del beneficio húmedo de la finca, en medidas de madera, que tenían las siguientes denominaciones: l caja, ½ caja, un cuarto y un octavo de caja, yó con trabajos cortaba 1/8 ó menos. (La caja tiene una capacidad de ( 1 hectólitro).
Siempre los finqueros, que así se les llama a los dueños de las fincas cafetaleras, se las han ingeniado para transar al trabajador, y, en cierta ocasión que estaba administrando la finca el primo Carlos Elorza García, al recibir el café le echaban hasta” pilón”, cuando me tocó que me recibiera lo que había cortado, por desgracia no completé el octavo y me dijo faltó; a lo que yó le contesté por lo que había visto antes, ¡Que bonito! Cuando falta, dicen faltó, pero cuando sobra, no dicen sobró, eso bastó para que los trabajadores que eran bastantes (mas ó menos 100) protestaran y dijeran, tiene razón el chamaco Don Carlitos, cuando falta, dicen faltó y nos lo descuentan de la próxima entrega, pero cuando sobra no dicen nada y lo echan al sifón. Desde esa ocasión, quedó establecido que dos puños se tomarían como un octavo y se apuntaría en la tarjeta de tapisca del trabajador,(No sé si aún se siga observando ésta práctica) exclamando “Carlitos” por éste detalle: ¡No hay mejor cuña, que la del mismo palo!
Así fue como empecé a ganar mis primeros pesos, que en aquel entonces, eran de plata de Ley de 0720 y que tenían por un lado el águila sobre el nopal y por la otra un sol y un gorro frigio. ¡Que bonito sonaban dentro de la bolsa del pantalón o al caer sobre las banquetas cuando jugaba uno al “Águila o Sol” alguien se a de acordar!
Como resultado de la ida a tapiscar al cafetal, nido de toda clase de insectos como: mostacilla, arador, jején y zancudos, además del ardor que producían al pasar a traer las hojas del “Chichicaste”, siempre se me llenaban las pantorrillas de granos por rascarme los piquetes de los insectos y a veces los pies de niguas, mi madre para curarme me bañaba con agua de “crespillo” y “epazote” hierbas que siempre se encontraban en la finca y al pasar un par de semanas ya estaba curado de los granos; pero, lo que sí era un martirio, era la sacada de las niguas, las que se introducían en los dedos de los pies debajo de las uñas, pues se tenía que hacer incisiones alrededor de la nigua, que parecía un ojo de pescado y se transparentaba a través de la piel, lógicamente quedaba un agujero al sacarla, y luego le echaba—
petróleo o creolina si bien me iba, yá que alcohol ó yodo eran muy escasos y casi nunca había otra cosa para curar granos y quedaba listo para la siguiente ocasión.
24 noviembre 2011
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