HONDURAS SIN JUSTICIA Y
SIN SOBERANIA.
18 octubre 2015| Ricardo Arturo Salgado
Bonilla
1789245
Blog
Honduras sin justicia y sin soberanía 4
Los eventos que han desencadenado un
nuevo episodio de la truculenta historia hondureña, aunque muchos señalen el
argumento como obsoleto, se encuentran en el Golpe de Estado Militar de junio
de 2009. A partir de eso el aparato de justicia, dominado por siempre por una
oligarquía cuasi analfabeta en términos de democracia, paso a jugar un papel
que linda con el sicariato al servicio de una elite en franco proceso de
descomposición que urge de una reinvención, con el agravante de una nueva
oleada norteamericana contra el continente latinoamericano.
La reciente acusación por lavado de
activos formulada contra un grupo de empresarios hondureños, por el
departamento del tesoro de Estados Unidos ha dejado al descubierto el nivel de
control que ejerce esa fuerza que conocemos como imperio sobre este pequeño
país, y la abyecta sumisión de los políticos de la derecha hondureña, que se
han precipitado a actuar como mansos corderos, sin importar para nada la hace
ratos dudosa estabilidad del país.
Al mismo tiempo, se han dejado ver
limitaciones en la reacción popular y la capacidad de análisis de quienes
forman opinión (en el mejor de los casos). En primer lugar porque, escuchando y
leyendo cientos de opiniones, todas parecen creer que a Estados Unidos le
interesa que en Honduras se haga justicia; nada está más distante de la
realidad. Por supuesto, la presencia de Juan Orlando Hernández en la
presidencia no depende, frente al férreo control de los halcones del comando
sur, de su honradez o su respeto por los derechos humanos, sino de su utilidad
para preservar sus intereses en la región.
La presencia del embajador gringo en la
reunión en la que se decidiría si se seguía una liquidación voluntaria o una
liquidación forzosa de los bienes de los indiciados, y la consecuente
confiscación de numerosos de sus bienes, nos indican al menos dos cosas: la
orden de Estados Unidos es actuar con celeridad, sin importar el factor de
presunción de inocencia (los acusados son vencidos en la opinión pública
internacional, la local no importa tanto); y se ha dado al régimen un tiempo
prudencial de acción para que se borren huellas molestas que puedan surgir en
este proceso.
Ese mismo embajador que unos meses
atrás se declaró en favor de la lucha anticorrupción, ahora, siguiendo esa línea,
trata de hacernos creer que ellos recién pueden actuar como lo hacen. Lo cierto
es que el Gobierno norteamericano, en todas sus esferas, especialmente de
inteligencia y lucha antidrogas conoce al dedillo los expedientes criminales de
cada personaje que existe en este país, y en el resto del continente; esto es
cierto durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, y, además, la inmensa
mayoría de los actos criminales contra nuestros pueblos fueron hechos con, al
menos, el silencio cómplice de estos renovados superhéroes.
El hecho de que la justicia en Honduras
sea un simple chiste, y que los aparatos de investigación y judiciales sean
meros instrumentos de caceria que utiliza la oligarquía para ejecutar sus
múltiples fechorías, no es una preocupación para las esferas de poder gringas.
Si es peligroso el giro que da la derecha hondureña, que en su ambición de
lucro, multiplicada exponencialmente con el Golpe de Estado, se debilita
notablemente con el surgimiento de una nueva clase económicamente poderosa, que
compite por influencia y control con “la otra oligarquía”, la rancia, la de
“siempre” la producida por el saqueo de los bienes públicos desde los años
setenta. Ambas facciones manchadas con sangre e implicadas en toda clase de
delitos.
Si algo debe verse con claridad
meridiana en este proceso, seguramente es esa recomposición del poder económico
en Honduras, incluyendo al crimen organizado y el narcotráfico. Las acciones
previas del gobierno de Juan Orlando Hernández, persiguiendo capos de la droga
y extraditándolos hacia Estados Unidos, son indicadores de una operación de
gran escala que busca poner orden al enorme caos provocado en el balance
político de la región debido a la idiotez de la clase dominante de su peón más
importante.
Se vislumbra ahora una nueva etapa de
escalada de intolerancia y represión en el país. Ya se han lanzados amenazas
serias contra dos medios de comunicación que podrían ser cerrados en cuestión
de horas, acusados de provocar inestabilidad en el país. Los periodistas que los
dirigen han incrementado su riesgo personal, en un ambiente donde reinan la
violencia brutal y el carácter esquizofrénico y sádico de los criminales. Todo
este panorama, de nuevo, con el consentimiento tácito del norte.
Ahora bien, sería un error craso culpar
únicamente al actor externo, que si es determinante, pero no exclusivo. El
gobierno ha militarizado la sociedad, sin más resultados que el terror en la
población. Nadie en su sano juicio en esta sociedad, confía en los aparatos de
seguridad, si les teme. En términos reales, Honduras tiene un “ejército de
ocupación” que obedece una sola dirección, y esa emana del Comando Sur. La
sociedad no ha sido militarizada para mejorar su seguridad sino para vigilarla,
y estructurar el aparato que ha reprimir sus esfuerzos de liberación.
Por otro lado, la voraz oligarquía
hondureña, se empeña en hacer dinero a toda costa, y cada vez es menos proclive
a invertir en el país. En los últimos seis años la tendencia especulativa ha
sido incontrolada, sin incremento en la producción, y los números resultantes
son escalofriantes, según todos los organismos especializados. Tan grave es la
situación de Honduras que el único órgano que lo aplaude es el Fondo Monetario
Internacional, una señal muy mala para su pueblo.
Las cifras que repite el gobierno hasta
la saciedad, mediante una campaña mediática a precios del primer mundo, suenan
huecas y ridículas a los oídos de una sociedad que rechaza ampliamente lo que
sucede, y es a lo que más temen los políticos gringos que entienden de sobra la
gravedad de la crisis que se da en el seno de la clase dominante local. No solo
es que la pobreza impera como nunca, sino también una clase media que no
encuentra salida al desequilibrio económico que la arrastra a la fatalidad de
vivir con modestia mientras ante los ojos de todos los más ricos se vuelven más
ricos.
Si abordamos el tema Honduras con
seriedad, nos daremos cuentas que la situación económica del país puede de
ninguna forma ser el soporte de las fortunas que existen aquí.
Eso sí, nunca antes, el pueblo tuvo tan
cerca la oportunidad de convertirse en un actor preponderante en el escenario.
Una verdad indiscutible hoy, es que lo que más perturba a los norteños es el
crecimiento organizado del descontento. Por eso intentaron organizar el
movimiento de masas indignadas, y ante la imposibilidad de modular los niveles
de lucha, pasan a hora a un nuevo escenario, en el que los luchadores
dependerán mucho de su capacidad de cohesionarse alrededor de fines y objetivos
patrióticos que nada tienen que ver con los de la clase dominante.
Este contenido ha sido publicado originalmente
por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/Honduras-sin-justicia-y-sin-soberania-20151018-0003.html.
http://www.telesurtv.net/bloggers/Honduras-sin-justicia-y-sin-soberania-20151018-0003.html.
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