29 mayo 2012

“FINCA EUREKA”

“FINCA EUREKA”


En la finca “Eureka” mi hermana Dolores conoció a un señor llamado Alfonso L. Chávez, que era el Administrador de la finca y se casó con él, dejando por consiguiente de trabajar como maestra; era un hombre muy trabajador, pero le gustaba mucho el “trago” y ese vicio al final de cuentas lo llevó a la tumba después de que se separó de mi hermana.
La finca “Eureka” (creo que actualmente es un Ejido) está enclavada en las faldas del volcán Tacaná, a más altura que el pueblo de Unión Juárez, hace bastante frío en los meses de Noviembre, Diciembre y Enero, siempre hay neblina y llueve mucho, mis recuerdos de allá son los siguientes:
En cierta ocasión que estaba yó en el “Sifón” que és el lugar en donde se recibía el café que traían los trabajadores, me dijo un maloso, a que no te montas ése caballo, yó le dije a que sí, el caballo no tenía silla de montar, pues era caballo que servía a sus dueños para acarrear el café, pues como la finca era muy grande, los cafetales quedaban muy retirados y usaban para tal efecto un “arquillo” que se forma de dos palos curvos forrados de cuero, que se adaptan a la forma del caballo y que todavía se usa para transportar carga a lugares en donde no hay carreteras. El asunto és qué, tan pronto el animal sintió mi peso echó a correr por los cafetales y no paró hasta llegar al rancho de su dueño, como pude me agarré del arquillo con
una mano atrás y otra adelante, no sé como no me caí, ése detalle no se me olvidó nunca pues sentí mucho miedo.
También una vez que sopló un aire muy fuerte, como el beneficio de café estaba en la parte baja, es decir hacia el Sur, en esa ocasión el aire corría de Sur a Norte, es decir hacia la cumbre del “Tacaná” y como era costumbre que aún se sigue, los beneficios y bodegas del café se techan y forran con laminas acanaladas de Zinc; debido a la fuerza del viento se desprendieron algunas laminas y volaron hacia arriba y cayeron en los patios de la ranchería de la finca, algunas laminas se enterraron hasta medio metro, por fortuna no hubieron desgracias personales, pues como estaba lloviendo muy fuerte todo mundo estaba dentro de sus casas, ya que si una teja de lámina hubiera alcanzado algún cristiano, fácilmente lo hubiera partido en dos.
En aquel entonces, no habían caminos para camiones para ese rumbo y casi toda la carga se movía por medio de patachos de mulas y al lomo de los cristianos. Eran brechas hechas a golpe de zapapico en el barro colorado, y por lo mismo muy lodosos. Los víveres se tenían que venir a comprar hasta Cacahoatán, pues aún cuando ya existía Unión Juárez y estaba mas cerca era muy chico, ya que se había formado a expensas de la finca “Paso del Norte” y por la misma dificultad de los caminos, se encontraba en las mismas condiciones y problemas.

En la finca Eureka había muy buenos caballos y mulas y buenas capas para protegerse de los aguaceros que en ésa zona son torrenciales, las capas se llaman “pelerinas” y cubren a la persona y a los animales. En varias ocasiones me mandaron de la finca a Cacahoatán por los comestibles, Cacahoatán era un pueblo de una sola calle larga empedrada que era la principal y en ella se instalaba el mercado los domingos, me hacían mi lista de todo lo que se necesitaba, me daban el dinero, dos morrales grandes y un caballo ó mula, yó encantado, pues como todo chamaco me gustaba mucho montar a caballo y venía felíz. Siempre había compañía a la ida y al regreso, pues todas las personas tenían el mismo problema de los víveres. Salíamos aclarando el día para poder regresar antes de que lloviera y de que no nos entrara la noche en el camino, y como siempre, la venida era rápida, pero el regreso lento y casi siempre nos llovía y nos agarraba la noche, la distancia es mas o menos veinte kilómetros, siempre llovía y la marcha se hacía más lenta por el lodo que se formaba con el barro colorado, habían partes en que los animales se hundían hasta la panza y como el camino era bordeando lomas y barrancos, se caminaba con mucho cuidado por la lluvia y los truenos, casi todos le soltábamos la rienda a los animales, que por lo regular eran “Mulas” que son muy buenas y seguras para transitar por esos “caminos” en condiciones tan críticas de Relámpagos, Truenos y Lluvia, y ahí iban los animales paso a paso escogiendo el mejor camino y nos llevaban felizmente a la finca, momentos que viví y que hoy recuerdo como si hubieran pasado ayer, terminadas las vacaciones regresaba a Tapachula a la escuela y a ayudar a mi abuelita.

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